Alan Rosembaum (7) realizó un estudio en los que descubre que los traumas cerebrales anteceden cambios de conducta predisponiendo hacia un incremento en violencia. Muchas de estas lesiones fueron adquiridas en la infancia tanto bajo juegos como en accidentes o producto de maltrato infantil. Su estudio fue realizado con 53 hombres que golpeaban a sus esposas, 45 hombres no-violentos y felizmente casados, y 32 hombres no-violentos pero infelizmente casados. 50% de los agresores habían sufrido alguna lesión en la cabeza previa a sus patrones de violencia doméstica.
De otra parte, Antonio Damasio (8) sugiere que daños al lóbulo frontal a nivel de la corteza cerebral puede evitar que la persona pueda formarse evaluaciones de valor positivo o negativo al crear imágenes y representaciones sobre los resultados, repercusiones y consecuencias futuras de acciones al presente creando las bases de ciertas conductas sociopáticas. Estudios de Antoine Bechara (9) confirman la correlación entre lesiones de la corteza en el lóbulo frontal y conductas peligrosas tales como "hacer daño solo por divertirse".
Estudios con PET (tomografía de emisiones positrónicas; mide el insumo de glucosa al cerebro) realizados por Adrian Raine (10) demuestran que niveles bajo de glucosa a la corteza pre-frontal son frecuentes en los asesinos (sus estudios son preliminares; la muestra fue de 22 asesinos confesos con 22 no-asesinos de control) Bajos niveles de glucosa están asociados con perdida de auto-control, impulsividad, falta de tacto, incapacidad de modificar o inhibir conducta, pobre juicio social. Los autores de este estudio plantean que esta condición orgánica debe interactuar con condiciones negativas del ambiente para que la persona entonces cree un estilo de vida y personalidad delincuente y violenta de forma más o menos permanente.
Biomente Holografica
viernes, 8 de octubre de 2010
En cuanto a trastornos bioquímicos: Serotonina (serotonina)
En cuanto a trastornos bioquímicos: Serotonina (serotonina)
Richard Wurtman (1) ha encontrado que dietas de alto carbohidratos y bajas proteínas afectan los niveles normales de la serotonina, neurotransmisor natural que cuando está en niveles alterados o anormales tiene efectos cerebrales asociados con tendencias suicidas, agresión y violencia, alcoholismo y conducta impulsiva. Las funciones normales de la serotonina son la regulación de la excitación, los estados de ánimo, la actividad sexual, la agresión y el control de los impulsos. Algunos estudios asocian niveles bajos de serotonina con la conducta violenta-aberrante. Jeffrey Halperin (2) comparó varones agresivos con no agresivos, ambos con diagnósticos de ADD (déficit de atención) combinado con diagnósticos de hiperactividad. Se les administró la droga fenfluramina, que provoca respuestas en el sistema serotonergénico. Los resultados mostraron cambios positivos en los niños agresivos al bajarle los niveles de serotonina. Matti Virkkunen (3) cree haber identificado variaciones genéticas específicas que predisponen algunos individuos hacia la conducta suicida. Tomando casos de jóvenes ofensores violentos, descubrió que una variante del gene THP (tryptophan hydroxylase) cuyos códigos producen una enzima necesaria para la biosíntesis de la serotonina, estaba asociada fuertemente con los intentos suicidas irrespectivo a si los jóvenes eran, o no, impulsivos. Un segundo estudio demostró que bajos niveles del metabolito 5-HIAA (localizado en el líquido cerebro espinal) están asociados con pobre control de la conducta impulsiva (sobre todo en alcohólicos). Por último, estudios en monos consistentemente demuestran altos niveles de agresividad cuando los niveles de serotonina son bajos (4).
En cuanto a trastornos bioquímicos: Serotonina (serotonina)
Richard Wurtman (1) ha encontrado que dietas de alto carbohidratos y bajas proteínas afectan los niveles normales de la serotonina, neurotransmisor natural que cuando está en niveles alterados o anormales tiene efectos cerebrales asociados con tendencias suicidas, agresión y violencia, alcoholismo y conducta impulsiva. Las funciones normales de la serotonina son la regulación de la excitación, los estados de ánimo, la actividad sexual, la agresión y el control de los impulsos. Algunos estudios asocian niveles bajos de serotonina con la conducta violenta-aberrante. Jeffrey Halperin (2) comparó varones agresivos con no agresivos, ambos con diagnósticos de ADD (déficit de atención) combinado con diagnósticos de hiperactividad. Se les administró la droga fenfluramina, que provoca respuestas en el sistema serotonergénico. Los resultados mostraron cambios positivos en los niños agresivos al bajarle los niveles de serotonina. Matti Virkkunen (3) cree haber identificado variaciones genéticas específicas que predisponen algunos individuos hacia la conducta suicida. Tomando casos de jóvenes ofensores violentos, descubrió que una variante del gene THP (tryptophan hydroxylase) cuyos códigos producen una enzima necesaria para la biosíntesis de la serotonina, estaba asociada fuertemente con los intentos suicidas irrespectivo a si los jóvenes eran, o no, impulsivos. Un segundo estudio demostró que bajos niveles del metabolito 5-HIAA (localizado en el líquido cerebro espinal) están asociados con pobre control de la conducta impulsiva (sobre todo en alcohólicos). Por último, estudios en monos consistentemente demuestran altos niveles de agresividad cuando los niveles de serotonina son bajos (4).
La vida secreta del cerebro
En 1953 un médico llamado Louis Sokoloff colocó a un estudiante universitario de 20 años en una camilla, fijó electrodos a su cuero cabelludo e insertó una jeringa en su vena yugular
Sokoloff, investigador de la University of Pennsylvania en Filadelfia, estaba tratando de averiguar cuánta energía consume el cerebro durante el pensamiento vigoroso. Él esperaba que el cerebro de su voluntario chupara más oxígeno mientras procesaba los problemas, pero lo que vio lo sorprendió: el cerebro de su sujeto no consumió más oxígeno mientras hacía aritmética que mientras descansaba con los ojos cerrados.
Durante mucho tiempo, la gente ha imaginado al cerebro como una computadora en stand-by, aletargado hasta que es llamado para hacer una tarea, como resolver un Sudoku, leer un periódico, o buscar una cara en la multitud. El experimento de Sokoloff proporcionó un primer vistazo a una verdad diferente: que el cerebro disfruta de una abundante vida privada. Este asombroso órgano, que implica sólo el 2% de nuestra masa corporal pero que devora el 20% de las calorías que comemos, malgasta gran parte de esa energía, hasta donde podemos saber, haciendo absolutamente nada.
"Hay una inmensa actividad en el cerebro [en reposo] que durante mucho tiempo ha pasado desapercibida", dice Marcus Raichle, neurocientífico en la Washington University en St. Louis. "El cerebro es un órgano muy costoso, pero nadie se ha preguntado profundamente de qué se trata todo este coste".
Raichle y un puñado de otros están finalmente enfrentando esta pregunta fundamental: ¿qué está haciendo exactamente el cerebro en reposo, de todos modos? Su trabajo ha conducido al descubrimiento de un sistema muy importante dentro del cerebro, un órgano dentro de un órgano, que se escondió durante décadas justo delante de nuestros ojos. Algunos lo llaman dínamo nerviosa de soñar despierto. Otros le asignan un rol más misterioso, posiblemente la elección de recuerdos y su tramado en un relato personal. Haga lo que haga, se dispara cuando el cerebro está desocupado y quema mucho, chupa más oxígeno, gramo a gramo, que su corazón latiendo.
"Es algo muy importante", dice Giulio Tononi, neurocientífico en la University of Wisconsin, Madison. "No es muy frecuente que un nuevo sistema funcional sea identificado en el cerebro, a decir verdad no ha ocurrido por no sé cuántos años. Es como encontrar un nuevo continente".
El descubrimiento vino lentamente. El experimento de Sokoloff hace 55 años atrajo poca atención. No fue hasta los '80 que los investigadores empezaron a caer en la cuenta de que el cerebro puede estar haciendo cosas importantes mientras aparentemente está en posición neutra.
Escuchando la mente
En aquellos días, una novedosa técnica de escaneo cerebral llamada PEWT hacía furor. Al inyectar glucosa radioactiva y medir dónde se acumulaba, los investigadores podían escuchar el funcionamiento interior del cerebro. En un típico experimento, pasarían el escáner a un voluntario acostado con los ojos cerrados y otra vez mientras hacía una tarea mentalmente absorbente; entonces restaban un examen del otro para encontrar las áreas del cerebro que se encendían.
Raichle estaba usando el PET para encontrar las áreas del cerebro relacionadas con las palabras cuando notó algo raro: algunas áreas cerebrales parecían ir a toda velocidad durante el descanso, pero se calmaban tan pronto como la persona empezaba un ejercicio. La mayor parte de los científicos se encogieron de hombros ante estas rarezas como ruido aleatorio. Pero en 1997, Gordon Shulman, un colega de Raichle, descubrió que no era eso.
Shulman separó una pila de escaneos cerebrales de 134 personas. A pesar de la tarea, ya sea que supusiera leer o mirar formas sobre una pantalla, la misma constelación de áreas cerebrales siempre se atenuaba tan pronto como el sujeto empezaba a concentrarse. "Me sorprendió el nivel de consistencia", dice Shulman. De repente, parecía mucho menos a un ruido aleatorio. "Estaba esta red nerviosa que no había sido descrita antes".
Raichle y Shulman publicaron un trabajo en 2001 donde sugerían que habían tropezado con un "modo por defecto" no reconocido previamente, una especie de juego interno de solitario en que se convierte el cerebro cuando está desocupado y se deja de lado cuando lo llaman para hacer otra cosa. Esta actividad cerebral ocurría en gran parte en un grupo de regiones que forman un arco a través de la línea central del cerebro, de adelante hacia atrás, que Raichle y Shulman apodaron la red por defecto.
Las áreas cerebrales en la red eran previamente conocidas y estudiadas por los investigadores. Lo que no conocían era que parloteaban sin parar cuando la persona estaba desocupada pero se calmaban tan pronto como llegaba una tarea que requería su máxima atención. Las mediciones de la actividad metabólica mostraron que algunas partes de esta red devoraban un 30% más de calorías, gramo a gramo, que casi cualquier otra área del cerebro.
Todo esto plantea la pregunta: ¿qué está haciendo el cerebro exactamente cuándo estamos sin hacer nada? Cuando Raichle y Shulman perfilaron la red por defecto, vieron pistas de su función sobre la base de lo que ya se conocía de las áreas cerebrales involucradas.
Uno de los componentes centrales es la corteza prefrontal medial (vea la imagen); se conoce que valora las cosas desde una perspectiva muy egocéntrica, si son probablemente buenas, malas, o indiferentes. Las partes de esta región también se encienden cuando se pide a las personas que estudien una lista de adjetivos y escoja los que se aplican a sí misma, pero no a Britney Spears. Las personas que sufren daño en su corteza prefrontal medial se vuelven lánguidas y poco comunicativas. Una mujer que se recuperó de una apoplejía en esa área recordó que habitaba en una mente vacía, que carecía de divagaciones, de pensamientos como torrente de ideas que la mayor parte de nosotros damos por sentados.
Las partes de la red por defecto también tienen fuertes conexiones con los hipocampos, que graban y recuerdan los recuerdos autobiográficos como el desayuno de ayer o el primer día en el jardín de infantes.
Para Raichle y su colega Debra Gusnard, todo esto apuntaba a una cosa: a soñar despierto. A través de los hipocampos, la red por defecto podía tocar recuerdos, la materia prima de los ensueños. La corteza prefrontal medial podía entonces evaluar esos recuerdos desde un punto de vista introspectivo. Raichle y Gusnard especularon que la red por defecto podría suministrar al cerebro con un "ensayo interno" para considerar futuras acciones y elecciones.
Randy Buckner, un ex-colega de Raichle y ahora en Harvard, está de acuerdo. Para él, las pruebas pintan la figura de un sistema cerebral involucrado en los actos por excelencia de soñar despierto: considera las experiencias pasadas y especula sobre el futuro. "Somos muy buenos en imaginar mundos posibles y pensar en ellos", dice Buckner. "Ésta podría ser la red cerebral que nos ayuda a hacerlo".
Ahora hay evidencias directas que respaldan esta idea. El año pasado, Malia Mason de la Dartmouth College en Hanover, Nueva Hampshire, informó que la actividad de la red por defecto se correlacionaba con soñar despierto. Usando la técnica de imágenes cerebrales fMRI, Mason descubrió que las personas informaban que soñaban despiertas cuando su red por defecto estaba activa, pero no cuando se atenuaba. Los voluntarios con redes por defecto más activas informaron sobre mayor cantidad de pensamientos divagantes en general.
Soñar despierto podría sonar a un lujo mental, pero su propósito es mortalmente serio: Buckner y su colega Daniel Gilbert, de Harvard, lo ven como la herramienta final para incorporar las lecciones aprendidas en el pasado en nuestros planes para el futuro. Es tan importante este ejercicio, al parecer, que el cerebro se engancha en él cuantas veces le sea posible, y sólo se desconecta cuando tiene que desviar su limitado suministro de sangre, oxígeno y glucosa a una tarea más urgente.
Pero la gente está empezando a sospechar que la red por defecto hace más que sólo soñar despierto. Empezó en 2003 cuando Michael Greicius de la Stanford University en California investigaba la red por defecto de una nueva manera. Puso a sus sujetos acostados silenciosamente en un escáner de fMRI y simplemente miró sus cerebros en acción. Esto lo condujo a encontrar lo que se llaman fluctuaciones en estado de reposo en la red por defecto; ondas lentas de actividad nerviosa que se rizan completamente de un modo coordinado, vinculando su constelación de áreas cerebrales en una unidad coherente. Las ondas duraban de 10 a 20 segundos de cresta a cresta, hasta 100 veces más lentas que las típicas ondas cerebrales de EEG grabadas con electrodos sobre el cuero cabelludo.
Hasta entonces, los científicos habían investigado la red por defecto al viejo estilo, restando escaneos de descanso de los de tarea para medir los cambios en la actividad cerebral. Pero el trabajo de Greicius mostró que se podía escuchar en la red simplemente al escanear a las personas mientras no hacían nada. Esto permitió a los científicos investigar la red en personas que ni siquiera estaban conscientes, revelando algo inesperado.
Raichle informó el año pasado que las ondas de descanso de la red continuaban en monos muy anestesiados como si estuvieran despiertos. Más recientemente, Greicius informó un fenómeno similar en seres humanos sedados, y otros investigadores han encontrado la red por defecto activa y sincronizada en el primer sueño.
Lanzó una traba en la suposición de que la red por defecto sólo se trataba de soñar despierto. "Quedé sorprendido", admite Greicius. "He tenido que renovar mi comprensión de lo que estamos mirando".
Dado que la red por defecto está activa en el primer sueño es tentador relacionarla con el sueño real, pero Raichle sospecha que su actividad nocturna tiene otro propósito: ordenar y preservar los recuerdos. Cada día absorbemos una montaña de recuerdos de corto plazo, pero sólo algunos son en realidad dignos de ser añadidos a nuestra narrativa personal que guía nuestras vidas.
Raichle ahora cree que la red por defecto está involucrada, almacenando y actualizando los recuerdos de forma selectiva, sobre la base de su importancia desde una perspectiva personal, ya sean buenos, amenazadores, emocionalmente dolorosos, y sigue. Para evitar el crecimiento de la acumulación de recuerdos sin almacenar, la red regresa a su trabajo siempre que puede.
En respaldo de esta idea, Raichle señala que la red por defecto parlotea constantemente con los hipocampos. También devora enormes cantidades de glucosa, fuera de proporción con la cantidad de oxígeno que usa. Raichle cree que más que quemar esta glucosa adicional para conseguir energía, la usa como materia prima para hacer los aminoácidos y los neurotransmisores que necesita para construir y mantener las sinapsis, la propia materia de la memoria. "La mayor parte del coste de administrar el cerebro está en esas conexiones", dice Raichle.
Con un rol tan central, no debería sorprendernos que la red por defecto esté implicada en algunas enfermedades cerebrales familiares. En 2004, Buckner vio una presentación por William Klunk en la facultad de medicina de la University of Pittsburgh. Klunk presentó mapas en 3D que mostraban perjudiciales grupos de proteínas en los cerebros de las personas con Alzheimer. Hasta entonces, la gente sólo había mirado estos grupos en una ubicación cerebral a la vez, al disecar los cerebros de pacientes muertos. De modo que cuando Klunk proyectó su mapa entero del cerebro sobre la pantalla, era la primera vez que muchas personas veían la imagen completa. "Fue muy sorprendente", dice Buckner. "Se parecía a la red por defecto".
Raichle, Greicius y Buckner han descubierto desde entonces que el patrón de actividad de la red por defecto es discontinuo en los pacientes con mal de Alzheimer. También han empezado a monitorear la actividad de la red por defecto en personas con moderados problemas de memoria para ver si pueden aprender a pronosticar quién desarrollará el Alzheimer. La mitad de las personas con problemas de memoria van a contraer la enfermedad, ¿pero qué mitad? "¿Podemos usar lo que hemos aprendido para proveer conocimiento de quién está en peligro de Alzheimer?", dice Buckner.
La red por defecto también aparece interrumpida en los otros males que incluyen la depresión, desorden de déficit de atención por hiperactividad (ADHD), autismo y esquizofrenia. También tiene un misterioso rol en las víctimas de lesiones cerebrales o apoplejía que vuelan en el infierno gris entre la conciencia y la muerte cerebral conocido como estado de mínima conciencia o estado vegetativo. Steven Laureys, neurólogo en la universidad de Liège en Bélgica, ha usado el fMRI para mirar patrones de actividad en las redes por defecto de las personas en este estado. "Uno realmente puede ver cómo se debilita esta red cuando el coma se profundiza", dice. Ahora está buscando un vínculo entre la actividad de la red por defecto y si los pacientes recuperarán el conocimiento después de 12 meses. "Estamos esperando mostrar que tendrá un valor como prognosis", dice.
Todo esto viene desde hace mucho tiempo cuando la sorprendente observación de Sokoloff hace 55 años. Observar el cerebro en reposo, antes que pincharlo constantemente para que haga trucos, está ahora revelando el rico mundo interior de nuestros momentos privados. De modo que la próxima vez que esté dando vueltas haciendo nada, tómese un momento para recordarse que su cerebro todavía está trabajando diligentemente, si puede escapar de sus ensueños.
La mente que medita
Cuando los budistas Zen meditan, pueden estar apagando deliberadamente su red por defecto, un sistema recientemente descubierto dentro del cerebro que ha sido vinculados enérgicamente con el soñar despierto.
El objetivo de la meditación Zen es quitar de la mente las divagaciones, los pensamientos de corrientes de ideas enfocando la atención en la posición y la respiración. Giuseppe Pagnoni, neurocientífico en la Universidad de Módena y Reggio Emilia en Italia, se preguntaba si significaba que habían aprendido a sofocar la actividad de su red por defecto.
Reclutó un grupo de voluntarios entrenados en meditación Zen y los puso en un escáner fMRI. Les presentó listas aleatorias de letras y les pidió que determinaran si cada una era una palabra en inglés o sólo galimatías.
Cada vez que un sujeto veía una palabra real, su red por defecto se encendía por unos segundos; era evidencia de ideas provocadas por la palabra, como manzana... pastel de manzana... canela.
Los meditantes Zen funcionaron tan bien como los no-meditantes sobre el reconocimiento de cada palabra, pero eran mucho más rápidos en frenar su ensoñación después, haciéndolo dentro de unos 10 segundos, versus los 15 de los no-meditantes.
Fuente: New Scientist. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
jueves, 29 de julio de 2010
La capacidad de percibir o pensar de manera diferente es más importante que el conocimiento adquirido”.
“La capacidad de percibir o pensar de manera diferente es más importante que el conocimiento adquirido”.
David Bohm
La ciencia también nos puede aportar algo al tema de los sentimientos en particular y de la conciencia en general, considerando que ésta incluye el pensamiento, el sentimiento, el deseo, la voluntad, etc…
La Física moderna en su búsqueda de la verdad ha llegado muy lejos y se han formulado teorías que no solamente son válidas para el mundo inanimado sino que pueden aplicarse a los seres vivos y aún al hombre, llegando a alcanzar su propia conciencia.
David Bohm, discípulo de Einstein y amigo personal de Krishnamurti, en su intento de conjugar la física relativista ( velocidades cercanas a la luz, espacio y tiempo ) con la física cuántica ( el átomo y las partículas en que se puede dividir) , ha elaborado una teoría : el orden implicado y la totalidad. Sin embargo esto no es para el más que una excusa, en realidad el propio Bohm reconoce que lo que el intenta es llamar la atención y encontrar una explicación al problema general de la fragmentación de la conciencia humana y aunar materia y conciencia.
Cuando se estudia en profundidad la relatividad y la física cuántica se encuentra un punto de coincidencia. Tanto una como la otra coinciden en la necesidad de mirar el mundo como un todo continuo, en el cual todas las partes del universo, incluyendo el observador y sus instrumentos se mezclan y se unen en una totalidad.
David Bohm considera que en realidad todo está ordenado según un orden preestablecido. De este orden nosotros podemos conocer a través de nuestros sentidos e instrumentos el orden que él llama Explicado. Sin embargo subyacente a este orden existe otro orden que el llama orden Implicado. Lo llama así porque considera que esta plegado sobre si y mientras no se despliegue no podemos conocerlo. La suma de los dos formaría la Totalidad.
Para ilustrar esto propone varios experimentos, algunos de ellos bastante complejos y que sería bastante difícil exponer aquí. Sin embargo hay un experimento que nos puede aclarar un poco estos conceptos de orden Implicado y orden Explicado. Partimos de un recipiente transparente lleno de un fluido muy viscoso, como melaza, y equipado con un rotor mecánico capaz de “remover” el fluido muy lentamente, pero en todo su volumen. Si dejamos caer una gota de tinta insoluble en el fluido y ponemos en movimiento el aparato removedor, la gota de tinta se irá transformando gradualmente en una hebra que se irá extendiendo por todo el fluido. Al final, aparecerá como distribuido más o menos “al azar” de modo que se verá como una cierta sombra gris. Pero, si hacemos girar ahora el rotor mecánico removedor en la dirección opuesta, la transformación se hará a la inversa, y la gota de tinta aparecerá de repente, reconstituida.
Aunque la tinta estaba distribuida en lo que parecía ser al azar, sin embargo tenía cierta clase de orden que era diferente, por ejemplo, del que obtendríamos con otra gota que se colocara al principio en una posición diferente. Pero este orden está plegado o implicado en la “masa gris” que era visible en el fluido.
Al Intentar adentrarse en este orden implicado los físicos han descubierto que en realidad en cada átomo de este orden implicado hay la información de la totalidad. Es como si cada átomo tuviera una imagen holográfica de la gota. También han descubierto, cuando han intentado rastrearlo en las partículas más pequeñas en que se puede dividir el átomo: los hadrones y los quarks, que este orden Implicado es multidimensional o sea que tiene acceso a otras dimensiones que no conocemos.
Si ahora nos centramos en nuestra conciencia (como suma de nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, voluntad, etc…) vemos que en ella también hay un orden Explicado y un orden Implicado. Nuestros pensamientos, sentimientos y deseos corrientes forman parte de este orden Explicado. Pero por debajo de ellos subyace el orden Implicado.
Llegados aquí nos podríamos hacer las preguntas: nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, etc.., ¿son buenos o malos? ¿Podemos cultivar nuestros pensamientos, deseos o sentimientos y llevarlos a la perfección? La física moderna es rotunda: nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, etc., la propia conciencia son fracciones, pequeñas partes de una totalidad, una minúscula parte , nuestra consciencia una pequeña fracción de una totalidad multidimensional.
Nuestros sentimientos, deseos, no son buenos ni malos, sencillamente son limitados y por ello buscamos fuera, en otras personas esta totalidad, con la esperanza de que ellas nos desplegarán este orden implicado que nos lleve a la totalidad, a la unidad. Buscamos la unión con nuestros semejantes, pero esta nunca llega porque todos somos fracciones, solamente cuando hayamos desplegado este orden implicado que duerme en nuestra conciencia y formemos parte de la totalidad dispondremos de los verdaderos sentimientos, deseos, voluntad y de un pensamiento no fraccionado.
Cuando llegamos a tomar conciencia de nuestro estado fraccionado y de sus limitaciones entonces estamos capacitados para preguntarnos:
¿Pero cómo acceder a la totalidad, a la unidad, a Dios? La física nos dice que en un átomo de este orden Implicado, por sus características holográficas, se halla inscrita la información de la totalidad. Si dirigimos nuestro foco hacia el punto de donde emanan todos los sentimientos, nuestro corazón, hallaremos allí un átomo que contiene toda la información. Solo falta conectar con él o mejor dejar que él conecte con nosotros. Este es el camino interior que nos llevará a la Totalidad, a la Unidad.
Adjuntamos un video de David Bohm.
David Bohm
La ciencia también nos puede aportar algo al tema de los sentimientos en particular y de la conciencia en general, considerando que ésta incluye el pensamiento, el sentimiento, el deseo, la voluntad, etc…
La Física moderna en su búsqueda de la verdad ha llegado muy lejos y se han formulado teorías que no solamente son válidas para el mundo inanimado sino que pueden aplicarse a los seres vivos y aún al hombre, llegando a alcanzar su propia conciencia.
David Bohm, discípulo de Einstein y amigo personal de Krishnamurti, en su intento de conjugar la física relativista ( velocidades cercanas a la luz, espacio y tiempo ) con la física cuántica ( el átomo y las partículas en que se puede dividir) , ha elaborado una teoría : el orden implicado y la totalidad. Sin embargo esto no es para el más que una excusa, en realidad el propio Bohm reconoce que lo que el intenta es llamar la atención y encontrar una explicación al problema general de la fragmentación de la conciencia humana y aunar materia y conciencia.
Cuando se estudia en profundidad la relatividad y la física cuántica se encuentra un punto de coincidencia. Tanto una como la otra coinciden en la necesidad de mirar el mundo como un todo continuo, en el cual todas las partes del universo, incluyendo el observador y sus instrumentos se mezclan y se unen en una totalidad.
David Bohm considera que en realidad todo está ordenado según un orden preestablecido. De este orden nosotros podemos conocer a través de nuestros sentidos e instrumentos el orden que él llama Explicado. Sin embargo subyacente a este orden existe otro orden que el llama orden Implicado. Lo llama así porque considera que esta plegado sobre si y mientras no se despliegue no podemos conocerlo. La suma de los dos formaría la Totalidad.
Para ilustrar esto propone varios experimentos, algunos de ellos bastante complejos y que sería bastante difícil exponer aquí. Sin embargo hay un experimento que nos puede aclarar un poco estos conceptos de orden Implicado y orden Explicado. Partimos de un recipiente transparente lleno de un fluido muy viscoso, como melaza, y equipado con un rotor mecánico capaz de “remover” el fluido muy lentamente, pero en todo su volumen. Si dejamos caer una gota de tinta insoluble en el fluido y ponemos en movimiento el aparato removedor, la gota de tinta se irá transformando gradualmente en una hebra que se irá extendiendo por todo el fluido. Al final, aparecerá como distribuido más o menos “al azar” de modo que se verá como una cierta sombra gris. Pero, si hacemos girar ahora el rotor mecánico removedor en la dirección opuesta, la transformación se hará a la inversa, y la gota de tinta aparecerá de repente, reconstituida.
Aunque la tinta estaba distribuida en lo que parecía ser al azar, sin embargo tenía cierta clase de orden que era diferente, por ejemplo, del que obtendríamos con otra gota que se colocara al principio en una posición diferente. Pero este orden está plegado o implicado en la “masa gris” que era visible en el fluido.
Al Intentar adentrarse en este orden implicado los físicos han descubierto que en realidad en cada átomo de este orden implicado hay la información de la totalidad. Es como si cada átomo tuviera una imagen holográfica de la gota. También han descubierto, cuando han intentado rastrearlo en las partículas más pequeñas en que se puede dividir el átomo: los hadrones y los quarks, que este orden Implicado es multidimensional o sea que tiene acceso a otras dimensiones que no conocemos.
Si ahora nos centramos en nuestra conciencia (como suma de nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, voluntad, etc…) vemos que en ella también hay un orden Explicado y un orden Implicado. Nuestros pensamientos, sentimientos y deseos corrientes forman parte de este orden Explicado. Pero por debajo de ellos subyace el orden Implicado.
Llegados aquí nos podríamos hacer las preguntas: nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, etc.., ¿son buenos o malos? ¿Podemos cultivar nuestros pensamientos, deseos o sentimientos y llevarlos a la perfección? La física moderna es rotunda: nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, etc., la propia conciencia son fracciones, pequeñas partes de una totalidad, una minúscula parte , nuestra consciencia una pequeña fracción de una totalidad multidimensional.
Nuestros sentimientos, deseos, no son buenos ni malos, sencillamente son limitados y por ello buscamos fuera, en otras personas esta totalidad, con la esperanza de que ellas nos desplegarán este orden implicado que nos lleve a la totalidad, a la unidad. Buscamos la unión con nuestros semejantes, pero esta nunca llega porque todos somos fracciones, solamente cuando hayamos desplegado este orden implicado que duerme en nuestra conciencia y formemos parte de la totalidad dispondremos de los verdaderos sentimientos, deseos, voluntad y de un pensamiento no fraccionado.
Cuando llegamos a tomar conciencia de nuestro estado fraccionado y de sus limitaciones entonces estamos capacitados para preguntarnos:
¿Pero cómo acceder a la totalidad, a la unidad, a Dios? La física nos dice que en un átomo de este orden Implicado, por sus características holográficas, se halla inscrita la información de la totalidad. Si dirigimos nuestro foco hacia el punto de donde emanan todos los sentimientos, nuestro corazón, hallaremos allí un átomo que contiene toda la información. Solo falta conectar con él o mejor dejar que él conecte con nosotros. Este es el camino interior que nos llevará a la Totalidad, a la Unidad.
Adjuntamos un video de David Bohm.
martes, 20 de julio de 2010
El cerebro es supersticioso por naturaleza
Bruce Hood, Profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo el experimento para demostrar que los esfuerzos de algunos científicos por combatir las creencias "irracionales" son finalmente fútiles.
Para demostrar su teoría, el Profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban preparados para probarse una anticuada chaqueta azul a cambio de un premio de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, él les dijo entonces que la chaqueta pertenecía a Fred West, el asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron sus manos.
En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West.
El experimento demostró que la creencia de que lo era, hizo incluso a personas que se consideran racionales, sentirse incómodas.
"Es como si la maldad, una postura moral definida por la cultura, se hubiera vuelto físicamente presente dentro de la ropa", explica el Profesor Hood.
Escrúpulos similares y "creencias" comparables, que poseen hasta los científicos más escépticos, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar sus anillos de boda por réplicas idénticas. La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el Profesor Hood.
Estas tendencias son casi ciertamente un producto de la evolución. La mente humana está adaptada para razonar intuitivamente, de modo que pueda generar teorías sobre cómo funciona el mundo, incluso cuando no pueden verse los mecanismos ni deducirse con facilidad.
Según el Profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, no tiene sentido instar a las personas a abandonar sus sistemas de creencias, porque ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto sólo porque sea lógico hacerlo.
El Profesor Hood estuvo en el Festival Anual en Norwich, presentando su trabajo de investigación sobre el origen de las creencias místicas.
Para demostrar su teoría, el Profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban preparados para probarse una anticuada chaqueta azul a cambio de un premio de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, él les dijo entonces que la chaqueta pertenecía a Fred West, el asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron sus manos.
En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West.
El experimento demostró que la creencia de que lo era, hizo incluso a personas que se consideran racionales, sentirse incómodas.
"Es como si la maldad, una postura moral definida por la cultura, se hubiera vuelto físicamente presente dentro de la ropa", explica el Profesor Hood.
Escrúpulos similares y "creencias" comparables, que poseen hasta los científicos más escépticos, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar sus anillos de boda por réplicas idénticas. La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el Profesor Hood.
Estas tendencias son casi ciertamente un producto de la evolución. La mente humana está adaptada para razonar intuitivamente, de modo que pueda generar teorías sobre cómo funciona el mundo, incluso cuando no pueden verse los mecanismos ni deducirse con facilidad.
Según el Profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, no tiene sentido instar a las personas a abandonar sus sistemas de creencias, porque ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto sólo porque sea lógico hacerlo.
El Profesor Hood estuvo en el Festival Anual en Norwich, presentando su trabajo de investigación sobre el origen de las creencias místicas.
jueves, 15 de julio de 2010
Joseph Ledoux: “La emoción es más potente que la razón
La emoción es más potente que la razón”
Tiene 49 años y en 1977 trabajó en el Colegio Médico de la Universidad de Cornell. Desde 1989 es profesor del Centro de Ciencias Neurológicas de la Universidad de Nueva York y miembro de la Sociedad de Neurociencia.
En su libro El cerebro emocional, LeDoux explica cómo se originó su interés por este estudio: “Mi padre era carnicero, y yo pasé la mayor parte de mi niñez alrededor de la carne. A temprana edad aprendí cómo se ve el interior de una vaca; la parte que más me interesaba era el viscoso y arrugado cerebro. Ahora, muchos años más tarde, paso mis días –y algunas noches– tratando de descubrir cómo funcionan los cerebros; y lo que más quiero saber acerca de ellos es cómo producen las emociones”. Pero todo lo que tiene de osado al abordar en su libro cuestiones como el amor, la alegría o la tristeza lo tiene de cauto en esta entrevista para no ir más allá de lo científicamente demostrado.
–Decir de una persona que es más emocional que racional puede tener un matiz peyorativo. Pero en los últimos años lo emocional parece haber experimentado cierta rehabilitación. ¿Por qué?
–En la ciencia ha sido muy difícil estudiar la emoción. En cambio, los científicos pudieron estudiar la razón empezando a investigar la memoria, la percepción, la atención, y así fue posible hacer grandes progresos en la comprensión de estas cuestiones. Pero el concepto de emoción ha sido algo demasiado intangible, porque no hay nada más subjetivo en cuanto a percepción que la de una emoción. Lo que yo he tratado de demostrar es que es posible estudiar la emoción del modo en que se ha estudiado la razón; podemos analizar cómo el cerebro procesa estímulos emocionales para producir una respuesta emocional, dejando de lado todos los aspectos subjetivos. Lo que ocurre es que algunas personas nos dicen que entonces ya no estamos investigando la emoción. Pero a mí no me importa cómo la llamemos; lo que me interesa es estudiarla.
–¿Y qué es entonces la emoción para la ciencia? ¿En qué se diferencia de la idea que tiene de ella la gente de la calle?
–El conocimiento científico de la emoción de alguna manera contribuye a lo que el público en general considera como emoción. Me cuesta explicar esto sin un dibujo.
LeDoux coge entonces un papel y, tras dibujar la secuencia estímulo-amígdala-respuesta, explica que “el estímulo de miedo activa la amígdala que es la que produce la respuesta de miedo. ¿Entonces dónde está el sentimiento del miedo? En el pasado se pensaba que el estímulo producía el sentimiento de miedo y esto es lo que causaba la respuesta. Pero ahora pensamos que no es así, y que lo que ocurre es que el estímulo llega a la amígdala y a partir de ahí se produce por un lado la respuesta y por otro el sentimiento de miedo”.
–¿Qué faceta pesa más en la conducta, la racional o la emocional?
–Creo que la emoción es más fuerte que la razón, porque es fácil para la primera controlar la reflexión, y en cambio es muy difícil que el pensamiento racional controle la emoción. Cuando sentimos ansiedad o depresión, la razón puede decir basta, pero casi nunca consigue eliminarlas.
–¿Quiere decir que la emoción llega a controlar el pensamiento?
–Sí.
Coge de nuevo papel y lápiz y dibuja dos zonas del cerebro, el neocórtex y la amígdala, como dos polos enfrentados, y a continuación traza tres flechas que van del neocórtex a la amígdala y nueve que van en sentido contrario. Y argumenta: “Hay muchas más fibras nerviosas en este sentido –de la amígdala al córtex– que en este otro –al revés–. De modo que cuando se recurre al psicoterapeuta es para intentar reforzar mediante la palabra las señales que van del neocórtex a la amígdala. En cambio, la farmacoterapia ayuda a que las vías de comunicación que van de la amígdala al córtex tengan menos potencia, ayudando a debilitar las señales que van en este sentido”.
–¿Podemos decir que existe, aunque sea provisional, una teoría científica de las emociones que nos explica qué son y para qué sirven?
–Para saber cuál es el propósito de las emociones, tendríamos que leer la mente a lo largo de la evolución. Y, claro, no existe un registro fósil de las emociones.
–¿Pero para qué se supone que sirven las emociones?
–Con el miedo está claro, y lo único que yo estudio es el miedo (risas). Pero es mucho mejor ser concretos y específicos, porque si generalizas creas confusión en un área muy compleja como es ésta.
–¿Podemos hablar de emociones primarias y secundarias, o universales e individuales?
–Por una parte está el miedo a las serpientes, a las arañas o a objetos, como los ascensores. Son miedos primarios que pueden causar fobias. Existen también factores que no tienen un valor intrínseco amenazante, como puede ser la esquina de una calle de Barcelona, pero en la que te han asaltado, de forma que los nuevos estímulos crean nuevos miedos. Éstas son respuestas básicas. Pero luego existen otros miedos secundarios, como el miedo a tener miedo, que son tipos de emociones completamente distintas.
–¿Y qué hay respecto a otro tipo de emociones supuestamente básicas como la alegría o la tristeza?
–Yo no hablo de esas emociones, porque sólo he estudiado el miedo, y lo estudio porque es práctico. Durante décadas, la investigación era muy difícil, ya que no existía un concepto de emoción. Pero gracias a que nos hemos concentrado en una única emoción y nos hemos mantenido muy enfocados en ella, hemos podido avanzar.
–¿Son iguales los miedos de hombres y mujeres?
–Se han hecho investigaciones sobre las diferencias entre el miedo de hombres y mujeres, lamentablemente yo no estoy muy familiarizado con ellas.
–Pero parece que existen.
–No he examinado este tema, no he leído la literatura al respecto. Sé que existen diferencias en el miedo entre ratas macho y hembra, y esto está relacionado con las hormonas. Pero no sé qué relación tendría esto con las diferencias entre los miedos de hombres y mujeres.
–¿Cree que todas estas investigaciones redundarán en fármacos o píldoras contra el miedo, por ejemplo, pero también contra otro tipo de emociones?
–Mi trabajo de investigación en particular no nos conducirá a una píldora, pero quizá el de otros sí.
–¿Está la timidez relacionada con el miedo? ¿Podría existir una píldora contra la timidez?
–Humm. Es una noticia que se ha podido leer en los periódicos.
–¿Y esa píldora qué hacía?
–Actúa sobre la serotonina (un neurotrasmisor cerebral). Sí podría ser posible, pues si se reduce el miedo y la ansiedad se tiende a ser menos tímido. Pero es difícil responder, porque no sabemos cómo la investigación sobre animales podrá ser traducida a los seres humanos. Tampoco sabemos si vale la pena que un niño tímido, por ejemplo, lo sea menos pero viva con un sistema de serotonina alterado. Ni qué consecuencias traería tomar píldoras de este tipo durante, pongamos, 20 años.
–La premio Nobel Rita Levi-Montalcini decía que cerebro y mente son la misma cosa. Otro neurocientífico insigne, Antonio Damasio, en su libro El error de Descartes establece la ecuación de que mente es igual a cerebro más cuerpo. ¿Usted qué dice?
–Yo no creo que el cuerpo necesariamente deba ser incluido en esa ecuación, porque entonces podríamos decir que el cuerpo simplemente refleja la reacción del cerebro. Si incluimos el cuerpo podríamos añadir el entorno y al final resulta que todo influye sobre la mente. Yo diría más bien que la mente es un aspecto de la función del cerebro, pero algunos de estos aspectos no son mente.
–¿Cómo se podría explicar para qué sirve la amígdala? ¿Se puede vivir sin amígdala?
–Sí, hay gente que vive sin amígdala, pero es complicado explicar para qué sirve. La amígdala es útil para desencadenar respuestas rápidas ante situaciones de peligro. Pero seguramente es mucho más dañino extraer la amígdala de una rata que de una persona, porque una persona puede conceptualizar el peligro y formular un plan para reaccionar ante él. De modo que si está enfrentada a un peligro, sabe que lo es y lo racionaliza. Digamos que las personas pueden no tener la respuesta instintiva pero sí la cognitiva que compensa la falta de la amígdala. Y mientras antes pierdes la amígdala en tu vida más tiempo tienes para compensar su pérdida.
–En esta década de los noventa que ahora concluye y que fue proclamada como década del cerebro, ¿qué pasos se han dado en la comprensión de este órgano?
–Creo que se ha hecho un gran progreso en la biología de la memoria, la emoción o la genética molecular de ciertas enfermedades, como la Corea de Huntington. Se ha hecho además un avance importantísimo en la comprensión del desarrollo cerebral. Ahora sabemos que el cerebro tiene capacidad de generar nuevas neuronas en algunas áreas, y esto puede conducirnos a desarrollar terapias contra enfermedades como el mal de Parkinson o los trastornos de la memoria.
–¿Cree que se podría conseguir en los próximos años una teoría global del cerebro? ¿Qué aportación le gustaría hacer?
–Pienso que actualmente existe demasiada fragmentación. Existen módulos distintos para la memoria, para la cognición, para la emoción... Y creo que lo que necesitamos es integrarlos. En estos momentos estoy escribiendo un nuevo libro que de alguna manera intenta hacerlo y se titula El yo sináptico.
Gonzalo Casino
Esta entrevsita fue publicada en enero de 2000, en el número 224 de MUY Interesante.
Tiene 49 años y en 1977 trabajó en el Colegio Médico de la Universidad de Cornell. Desde 1989 es profesor del Centro de Ciencias Neurológicas de la Universidad de Nueva York y miembro de la Sociedad de Neurociencia.
En su libro El cerebro emocional, LeDoux explica cómo se originó su interés por este estudio: “Mi padre era carnicero, y yo pasé la mayor parte de mi niñez alrededor de la carne. A temprana edad aprendí cómo se ve el interior de una vaca; la parte que más me interesaba era el viscoso y arrugado cerebro. Ahora, muchos años más tarde, paso mis días –y algunas noches– tratando de descubrir cómo funcionan los cerebros; y lo que más quiero saber acerca de ellos es cómo producen las emociones”. Pero todo lo que tiene de osado al abordar en su libro cuestiones como el amor, la alegría o la tristeza lo tiene de cauto en esta entrevista para no ir más allá de lo científicamente demostrado.
–Decir de una persona que es más emocional que racional puede tener un matiz peyorativo. Pero en los últimos años lo emocional parece haber experimentado cierta rehabilitación. ¿Por qué?
–En la ciencia ha sido muy difícil estudiar la emoción. En cambio, los científicos pudieron estudiar la razón empezando a investigar la memoria, la percepción, la atención, y así fue posible hacer grandes progresos en la comprensión de estas cuestiones. Pero el concepto de emoción ha sido algo demasiado intangible, porque no hay nada más subjetivo en cuanto a percepción que la de una emoción. Lo que yo he tratado de demostrar es que es posible estudiar la emoción del modo en que se ha estudiado la razón; podemos analizar cómo el cerebro procesa estímulos emocionales para producir una respuesta emocional, dejando de lado todos los aspectos subjetivos. Lo que ocurre es que algunas personas nos dicen que entonces ya no estamos investigando la emoción. Pero a mí no me importa cómo la llamemos; lo que me interesa es estudiarla.
–¿Y qué es entonces la emoción para la ciencia? ¿En qué se diferencia de la idea que tiene de ella la gente de la calle?
–El conocimiento científico de la emoción de alguna manera contribuye a lo que el público en general considera como emoción. Me cuesta explicar esto sin un dibujo.
LeDoux coge entonces un papel y, tras dibujar la secuencia estímulo-amígdala-respuesta, explica que “el estímulo de miedo activa la amígdala que es la que produce la respuesta de miedo. ¿Entonces dónde está el sentimiento del miedo? En el pasado se pensaba que el estímulo producía el sentimiento de miedo y esto es lo que causaba la respuesta. Pero ahora pensamos que no es así, y que lo que ocurre es que el estímulo llega a la amígdala y a partir de ahí se produce por un lado la respuesta y por otro el sentimiento de miedo”.
–¿Qué faceta pesa más en la conducta, la racional o la emocional?
–Creo que la emoción es más fuerte que la razón, porque es fácil para la primera controlar la reflexión, y en cambio es muy difícil que el pensamiento racional controle la emoción. Cuando sentimos ansiedad o depresión, la razón puede decir basta, pero casi nunca consigue eliminarlas.
–¿Quiere decir que la emoción llega a controlar el pensamiento?
–Sí.
Coge de nuevo papel y lápiz y dibuja dos zonas del cerebro, el neocórtex y la amígdala, como dos polos enfrentados, y a continuación traza tres flechas que van del neocórtex a la amígdala y nueve que van en sentido contrario. Y argumenta: “Hay muchas más fibras nerviosas en este sentido –de la amígdala al córtex– que en este otro –al revés–. De modo que cuando se recurre al psicoterapeuta es para intentar reforzar mediante la palabra las señales que van del neocórtex a la amígdala. En cambio, la farmacoterapia ayuda a que las vías de comunicación que van de la amígdala al córtex tengan menos potencia, ayudando a debilitar las señales que van en este sentido”.
–¿Podemos decir que existe, aunque sea provisional, una teoría científica de las emociones que nos explica qué son y para qué sirven?
–Para saber cuál es el propósito de las emociones, tendríamos que leer la mente a lo largo de la evolución. Y, claro, no existe un registro fósil de las emociones.
–¿Pero para qué se supone que sirven las emociones?
–Con el miedo está claro, y lo único que yo estudio es el miedo (risas). Pero es mucho mejor ser concretos y específicos, porque si generalizas creas confusión en un área muy compleja como es ésta.
–¿Podemos hablar de emociones primarias y secundarias, o universales e individuales?
–Por una parte está el miedo a las serpientes, a las arañas o a objetos, como los ascensores. Son miedos primarios que pueden causar fobias. Existen también factores que no tienen un valor intrínseco amenazante, como puede ser la esquina de una calle de Barcelona, pero en la que te han asaltado, de forma que los nuevos estímulos crean nuevos miedos. Éstas son respuestas básicas. Pero luego existen otros miedos secundarios, como el miedo a tener miedo, que son tipos de emociones completamente distintas.
–¿Y qué hay respecto a otro tipo de emociones supuestamente básicas como la alegría o la tristeza?
–Yo no hablo de esas emociones, porque sólo he estudiado el miedo, y lo estudio porque es práctico. Durante décadas, la investigación era muy difícil, ya que no existía un concepto de emoción. Pero gracias a que nos hemos concentrado en una única emoción y nos hemos mantenido muy enfocados en ella, hemos podido avanzar.
–¿Son iguales los miedos de hombres y mujeres?
–Se han hecho investigaciones sobre las diferencias entre el miedo de hombres y mujeres, lamentablemente yo no estoy muy familiarizado con ellas.
–Pero parece que existen.
–No he examinado este tema, no he leído la literatura al respecto. Sé que existen diferencias en el miedo entre ratas macho y hembra, y esto está relacionado con las hormonas. Pero no sé qué relación tendría esto con las diferencias entre los miedos de hombres y mujeres.
–¿Cree que todas estas investigaciones redundarán en fármacos o píldoras contra el miedo, por ejemplo, pero también contra otro tipo de emociones?
–Mi trabajo de investigación en particular no nos conducirá a una píldora, pero quizá el de otros sí.
–¿Está la timidez relacionada con el miedo? ¿Podría existir una píldora contra la timidez?
–Humm. Es una noticia que se ha podido leer en los periódicos.
–¿Y esa píldora qué hacía?
–Actúa sobre la serotonina (un neurotrasmisor cerebral). Sí podría ser posible, pues si se reduce el miedo y la ansiedad se tiende a ser menos tímido. Pero es difícil responder, porque no sabemos cómo la investigación sobre animales podrá ser traducida a los seres humanos. Tampoco sabemos si vale la pena que un niño tímido, por ejemplo, lo sea menos pero viva con un sistema de serotonina alterado. Ni qué consecuencias traería tomar píldoras de este tipo durante, pongamos, 20 años.
–La premio Nobel Rita Levi-Montalcini decía que cerebro y mente son la misma cosa. Otro neurocientífico insigne, Antonio Damasio, en su libro El error de Descartes establece la ecuación de que mente es igual a cerebro más cuerpo. ¿Usted qué dice?
–Yo no creo que el cuerpo necesariamente deba ser incluido en esa ecuación, porque entonces podríamos decir que el cuerpo simplemente refleja la reacción del cerebro. Si incluimos el cuerpo podríamos añadir el entorno y al final resulta que todo influye sobre la mente. Yo diría más bien que la mente es un aspecto de la función del cerebro, pero algunos de estos aspectos no son mente.
–¿Cómo se podría explicar para qué sirve la amígdala? ¿Se puede vivir sin amígdala?
–Sí, hay gente que vive sin amígdala, pero es complicado explicar para qué sirve. La amígdala es útil para desencadenar respuestas rápidas ante situaciones de peligro. Pero seguramente es mucho más dañino extraer la amígdala de una rata que de una persona, porque una persona puede conceptualizar el peligro y formular un plan para reaccionar ante él. De modo que si está enfrentada a un peligro, sabe que lo es y lo racionaliza. Digamos que las personas pueden no tener la respuesta instintiva pero sí la cognitiva que compensa la falta de la amígdala. Y mientras antes pierdes la amígdala en tu vida más tiempo tienes para compensar su pérdida.
–En esta década de los noventa que ahora concluye y que fue proclamada como década del cerebro, ¿qué pasos se han dado en la comprensión de este órgano?
–Creo que se ha hecho un gran progreso en la biología de la memoria, la emoción o la genética molecular de ciertas enfermedades, como la Corea de Huntington. Se ha hecho además un avance importantísimo en la comprensión del desarrollo cerebral. Ahora sabemos que el cerebro tiene capacidad de generar nuevas neuronas en algunas áreas, y esto puede conducirnos a desarrollar terapias contra enfermedades como el mal de Parkinson o los trastornos de la memoria.
–¿Cree que se podría conseguir en los próximos años una teoría global del cerebro? ¿Qué aportación le gustaría hacer?
–Pienso que actualmente existe demasiada fragmentación. Existen módulos distintos para la memoria, para la cognición, para la emoción... Y creo que lo que necesitamos es integrarlos. En estos momentos estoy escribiendo un nuevo libro que de alguna manera intenta hacerlo y se titula El yo sináptico.
Gonzalo Casino
Esta entrevsita fue publicada en enero de 2000, en el número 224 de MUY Interesante.
¿Dormir bien nos hace ver las cosas de otro color?
Un reciente estudio estadounidense revela que, después de dormir una media de 7,7 horas, vemos los colores que nos rodean tal como son. Sin embargo, a medida que avanza el día y aumentan las horas de vigilia, nuestra percepción de los colores cambia, y percibimos el gris neutro como ligeramente verdoso o ligeramente rosado, en función de la persona y su estado de ánimo.
“Pasar horas despiertos nos hace clasificar progresivamente colores neutros como si tuvieran un tono de color, mientras que dormir nos devuelve a la neutralidad en las percepciones”, explica Bhavin Sheth, investigador de la Universidad de Houston en Texas, que ha presentado sus conclusiones en la conferencia SLEEP 2010, que celebra cada año la Asociación Americana de Medicina del Sueño.
“Pasar horas despiertos nos hace clasificar progresivamente colores neutros como si tuvieran un tono de color, mientras que dormir nos devuelve a la neutralidad en las percepciones”, explica Bhavin Sheth, investigador de la Universidad de Houston en Texas, que ha presentado sus conclusiones en la conferencia SLEEP 2010, que celebra cada año la Asociación Americana de Medicina del Sueño.
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