jueves, 29 de julio de 2010

La capacidad de percibir o pensar de manera diferente es más importante que el conocimiento adquirido”.

“La capacidad de percibir o pensar de manera diferente es más importante que el conocimiento adquirido”.




David Bohm



La ciencia también nos puede aportar algo al tema de los sentimientos en particular y de la conciencia en general, considerando que ésta incluye el pensamiento, el sentimiento, el deseo, la voluntad, etc…



La Física moderna en su búsqueda de la verdad ha llegado muy lejos y se han formulado teorías que no solamente son válidas para el mundo inanimado sino que pueden aplicarse a los seres vivos y aún al hombre, llegando a alcanzar su propia conciencia.



David Bohm, discípulo de Einstein y amigo personal de Krishnamurti, en su intento de conjugar la física relativista ( velocidades cercanas a la luz, espacio y tiempo ) con la física cuántica ( el átomo y las partículas en que se puede dividir) , ha elaborado una teoría : el orden implicado y la totalidad. Sin embargo esto no es para el más que una excusa, en realidad el propio Bohm reconoce que lo que el intenta es llamar la atención y encontrar una explicación al problema general de la fragmentación de la conciencia humana y aunar materia y conciencia.



Cuando se estudia en profundidad la relatividad y la física cuántica se encuentra un punto de coincidencia. Tanto una como la otra coinciden en la necesidad de mirar el mundo como un todo continuo, en el cual todas las partes del universo, incluyendo el observador y sus instrumentos se mezclan y se unen en una totalidad.



David Bohm considera que en realidad todo está ordenado según un orden preestablecido. De este orden nosotros podemos conocer a través de nuestros sentidos e instrumentos el orden que él llama Explicado. Sin embargo subyacente a este orden existe otro orden que el llama orden Implicado. Lo llama así porque considera que esta plegado sobre si y mientras no se despliegue no podemos conocerlo. La suma de los dos formaría la Totalidad.



Para ilustrar esto propone varios experimentos, algunos de ellos bastante complejos y que sería bastante difícil exponer aquí. Sin embargo hay un experimento que nos puede aclarar un poco estos conceptos de orden Implicado y orden Explicado. Partimos de un recipiente transparente lleno de un fluido muy viscoso, como melaza, y equipado con un rotor mecánico capaz de “remover” el fluido muy lentamente, pero en todo su volumen. Si dejamos caer una gota de tinta insoluble en el fluido y ponemos en movimiento el aparato removedor, la gota de tinta se irá transformando gradualmente en una hebra que se irá extendiendo por todo el fluido. Al final, aparecerá como distribuido más o menos “al azar” de modo que se verá como una cierta sombra gris. Pero, si hacemos girar ahora el rotor mecánico removedor en la dirección opuesta, la transformación se hará a la inversa, y la gota de tinta aparecerá de repente, reconstituida.





Aunque la tinta estaba distribuida en lo que parecía ser al azar, sin embargo tenía cierta clase de orden que era diferente, por ejemplo, del que obtendríamos con otra gota que se colocara al principio en una posición diferente. Pero este orden está plegado o implicado en la “masa gris” que era visible en el fluido.

Al Intentar adentrarse en este orden implicado los físicos han descubierto que en realidad en cada átomo de este orden implicado hay la información de la totalidad. Es como si cada átomo tuviera una imagen holográfica de la gota. También han descubierto, cuando han intentado rastrearlo en las partículas más pequeñas en que se puede dividir el átomo: los hadrones y los quarks, que este orden Implicado es multidimensional o sea que tiene acceso a otras dimensiones que no conocemos.

Si ahora nos centramos en nuestra conciencia (como suma de nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, voluntad, etc…) vemos que en ella también hay un orden Explicado y un orden Implicado. Nuestros pensamientos, sentimientos y deseos corrientes forman parte de este orden Explicado. Pero por debajo de ellos subyace el orden Implicado.



Llegados aquí nos podríamos hacer las preguntas: nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, etc.., ¿son buenos o malos? ¿Podemos cultivar nuestros pensamientos, deseos o sentimientos y llevarlos a la perfección? La física moderna es rotunda: nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, etc., la propia conciencia son fracciones, pequeñas partes de una totalidad, una minúscula parte , nuestra consciencia una pequeña fracción de una totalidad multidimensional.



Nuestros sentimientos, deseos, no son buenos ni malos, sencillamente son limitados y por ello buscamos fuera, en otras personas esta totalidad, con la esperanza de que ellas nos desplegarán este orden implicado que nos lleve a la totalidad, a la unidad. Buscamos la unión con nuestros semejantes, pero esta nunca llega porque todos somos fracciones, solamente cuando hayamos desplegado este orden implicado que duerme en nuestra conciencia y formemos parte de la totalidad dispondremos de los verdaderos sentimientos, deseos, voluntad y de un pensamiento no fraccionado.

Cuando llegamos a tomar conciencia de nuestro estado fraccionado y de sus limitaciones entonces estamos capacitados para preguntarnos:



¿Pero cómo acceder a la totalidad, a la unidad, a Dios? La física nos dice que en un átomo de este orden Implicado, por sus características holográficas, se halla inscrita la información de la totalidad. Si dirigimos nuestro foco hacia el punto de donde emanan todos los sentimientos, nuestro corazón, hallaremos allí un átomo que contiene toda la información. Solo falta conectar con él o mejor dejar que él conecte con nosotros. Este es el camino interior que nos llevará a la Totalidad, a la Unidad.



Adjuntamos un video de David Bohm.

martes, 20 de julio de 2010

El cerebro es supersticioso por naturaleza

Bruce Hood, Profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo el experimento para demostrar que los esfuerzos de algunos científicos por combatir las creencias "irracionales" son finalmente fútiles.




Para demostrar su teoría, el Profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban preparados para probarse una anticuada chaqueta azul a cambio de un premio de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, él les dijo entonces que la chaqueta pertenecía a Fred West, el asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron sus manos.



En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West.



El experimento demostró que la creencia de que lo era, hizo incluso a personas que se consideran racionales, sentirse incómodas.



"Es como si la maldad, una postura moral definida por la cultura, se hubiera vuelto físicamente presente dentro de la ropa", explica el Profesor Hood.



Escrúpulos similares y "creencias" comparables, que poseen hasta los científicos más escépticos, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar sus anillos de boda por réplicas idénticas. La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el Profesor Hood.



Estas tendencias son casi ciertamente un producto de la evolución. La mente humana está adaptada para razonar intuitivamente, de modo que pueda generar teorías sobre cómo funciona el mundo, incluso cuando no pueden verse los mecanismos ni deducirse con facilidad.



Según el Profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, no tiene sentido instar a las personas a abandonar sus sistemas de creencias, porque ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto sólo porque sea lógico hacerlo.



El Profesor Hood estuvo en el Festival Anual en Norwich, presentando su trabajo de investigación sobre el origen de las creencias místicas.

jueves, 15 de julio de 2010

Joseph Ledoux: “La emoción es más potente que la razón

La emoción es más potente que la razón”


Tiene 49 años y en 1977 trabajó en el Colegio Médico de la Universidad de Cornell. Desde 1989 es profesor del Centro de Ciencias Neurológicas de la Universidad de Nueva York y miembro de la Sociedad de Neurociencia.

En su libro El cerebro emocional, LeDoux explica cómo se originó su interés por este estudio: “Mi padre era carnicero, y yo pasé la mayor parte de mi niñez alrededor de la carne. A temprana edad aprendí cómo se ve el interior de una vaca; la parte que más me interesaba era el viscoso y arrugado cerebro. Ahora, muchos años más tarde, paso mis días –y algunas noches– tratando de descubrir cómo funcionan los cerebros; y lo que más quiero saber acerca de ellos es cómo producen las emociones”. Pero todo lo que tiene de osado al abordar en su libro cuestiones como el amor, la alegría o la tristeza lo tiene de cauto en esta entrevista para no ir más allá de lo científicamente demostrado.





–Decir de una persona que es más emocional que racional puede tener un matiz peyorativo. Pero en los últimos años lo emocional parece haber experimentado cierta rehabilitación. ¿Por qué?

–En la ciencia ha sido muy difícil estudiar la emoción. En cambio, los científicos pudieron estudiar la razón empezando a investigar la memoria, la percepción, la atención, y así fue posible hacer grandes progresos en la comprensión de estas cuestiones. Pero el concepto de emoción ha sido algo demasiado intangible, porque no hay nada más subjetivo en cuanto a percepción que la de una emoción. Lo que yo he tratado de demostrar es que es posible estudiar la emoción del modo en que se ha estudiado la razón; podemos analizar cómo el cerebro procesa estímulos emocionales para producir una respuesta emocional, dejando de lado todos los aspectos subjetivos. Lo que ocurre es que algunas personas nos dicen que entonces ya no estamos investigando la emoción. Pero a mí no me importa cómo la llamemos; lo que me interesa es estudiarla.



–¿Y qué es entonces la emoción para la ciencia? ¿En qué se diferencia de la idea que tiene de ella la gente de la calle?

–El conocimiento científico de la emoción de alguna manera contribuye a lo que el público en general considera como emoción. Me cuesta explicar esto sin un dibujo.

LeDoux coge entonces un papel y, tras dibujar la secuencia estímulo-amígdala-respuesta, explica que “el estímulo de miedo activa la amígdala que es la que produce la respuesta de miedo. ¿Entonces dónde está el sentimiento del miedo? En el pasado se pensaba que el estímulo producía el sentimiento de miedo y esto es lo que causaba la respuesta. Pero ahora pensamos que no es así, y que lo que ocurre es que el estímulo llega a la amígdala y a partir de ahí se produce por un lado la respuesta y por otro el sentimiento de miedo”.



–¿Qué faceta pesa más en la conducta, la racional o la emocional?

–Creo que la emoción es más fuerte que la razón, porque es fácil para la primera controlar la reflexión, y en cambio es muy difícil que el pensamiento racional controle la emoción. Cuando sentimos ansiedad o depresión, la razón puede decir basta, pero casi nunca consigue eliminarlas.



–¿Quiere decir que la emoción llega a controlar el pensamiento?

–Sí.



Coge de nuevo papel y lápiz y dibuja dos zonas del cerebro, el neocórtex y la amígdala, como dos polos enfrentados, y a continuación traza tres flechas que van del neocórtex a la amígdala y nueve que van en sentido contrario. Y argumenta: “Hay muchas más fibras nerviosas en este sentido –de la amígdala al córtex– que en este otro –al revés–. De modo que cuando se recurre al psicoterapeuta es para intentar reforzar mediante la palabra las señales que van del neocórtex a la amígdala. En cambio, la farmacoterapia ayuda a que las vías de comunicación que van de la amígdala al córtex tengan menos potencia, ayudando a debilitar las señales que van en este sentido”.



–¿Podemos decir que existe, aunque sea provisional, una teoría científica de las emociones que nos explica qué son y para qué sirven?

–Para saber cuál es el propósito de las emociones, tendríamos que leer la mente a lo largo de la evolución. Y, claro, no existe un registro fósil de las emociones.



–¿Pero para qué se supone que sirven las emociones?

–Con el miedo está claro, y lo único que yo estudio es el miedo (risas). Pero es mucho mejor ser concretos y específicos, porque si generalizas creas confusión en un área muy compleja como es ésta.



–¿Podemos hablar de emociones primarias y secundarias, o universales e individuales?

–Por una parte está el miedo a las serpientes, a las arañas o a objetos, como los ascensores. Son miedos primarios que pueden causar fobias. Existen también factores que no tienen un valor intrínseco amenazante, como puede ser la esquina de una calle de Barcelona, pero en la que te han asaltado, de forma que los nuevos estímulos crean nuevos miedos. Éstas son respuestas básicas. Pero luego existen otros miedos secundarios, como el miedo a tener miedo, que son tipos de emociones completamente distintas.



–¿Y qué hay respecto a otro tipo de emociones supuestamente básicas como la alegría o la tristeza?

–Yo no hablo de esas emociones, porque sólo he estudiado el miedo, y lo estudio porque es práctico. Durante décadas, la investigación era muy difícil, ya que no existía un concepto de emoción. Pero gracias a que nos hemos concentrado en una única emoción y nos hemos mantenido muy enfocados en ella, hemos podido avanzar.



–¿Son iguales los miedos de hombres y mujeres?

–Se han hecho investigaciones sobre las diferencias entre el miedo de hombres y mujeres, lamentablemente yo no estoy muy familiarizado con ellas.



–Pero parece que existen.

–No he examinado este tema, no he leído la literatura al respecto. Sé que existen diferencias en el miedo entre ratas macho y hembra, y esto está relacionado con las hormonas. Pero no sé qué relación tendría esto con las diferencias entre los miedos de hombres y mujeres.



–¿Cree que todas estas investigaciones redundarán en fármacos o píldoras contra el miedo, por ejemplo, pero también contra otro tipo de emociones?

–Mi trabajo de investigación en particular no nos conducirá a una píldora, pero quizá el de otros sí.



–¿Está la timidez relacionada con el miedo? ¿Podría existir una píldora contra la timidez?

–Humm. Es una noticia que se ha podido leer en los periódicos.





–¿Y esa píldora qué hacía?



–Actúa sobre la serotonina (un neurotrasmisor cerebral). Sí podría ser posible, pues si se reduce el miedo y la ansiedad se tiende a ser menos tímido. Pero es difícil responder, porque no sabemos cómo la investigación sobre animales podrá ser traducida a los seres humanos. Tampoco sabemos si vale la pena que un niño tímido, por ejemplo, lo sea menos pero viva con un sistema de serotonina alterado. Ni qué consecuencias traería tomar píldoras de este tipo durante, pongamos, 20 años.



–La premio Nobel Rita Levi-Montalcini decía que cerebro y mente son la misma cosa. Otro neurocientífico insigne, Antonio Damasio, en su libro El error de Descartes establece la ecuación de que mente es igual a cerebro más cuerpo. ¿Usted qué dice?

–Yo no creo que el cuerpo necesariamente deba ser incluido en esa ecuación, porque entonces podríamos decir que el cuerpo simplemente refleja la reacción del cerebro. Si incluimos el cuerpo podríamos añadir el entorno y al final resulta que todo influye sobre la mente. Yo diría más bien que la mente es un aspecto de la función del cerebro, pero algunos de estos aspectos no son mente.



–¿Cómo se podría explicar para qué sirve la amígdala? ¿Se puede vivir sin amígdala?

–Sí, hay gente que vive sin amígdala, pero es complicado explicar para qué sirve. La amígdala es útil para desencadenar respuestas rápidas ante situaciones de peligro. Pero seguramente es mucho más dañino extraer la amígdala de una rata que de una persona, porque una persona puede conceptualizar el peligro y formular un plan para reaccionar ante él. De modo que si está enfrentada a un peligro, sabe que lo es y lo racionaliza. Digamos que las personas pueden no tener la respuesta instintiva pero sí la cognitiva que compensa la falta de la amígdala. Y mientras antes pierdes la amígdala en tu vida más tiempo tienes para compensar su pérdida.



–En esta década de los noventa que ahora concluye y que fue proclamada como década del cerebro, ¿qué pasos se han dado en la comprensión de este órgano?

–Creo que se ha hecho un gran progreso en la biología de la memoria, la emoción o la genética molecular de ciertas enfermedades, como la Corea de Huntington. Se ha hecho además un avance importantísimo en la comprensión del desarrollo cerebral. Ahora sabemos que el cerebro tiene capacidad de generar nuevas neuronas en algunas áreas, y esto puede conducirnos a desarrollar terapias contra enfermedades como el mal de Parkinson o los trastornos de la memoria.



–¿Cree que se podría conseguir en los próximos años una teoría global del cerebro? ¿Qué aportación le gustaría hacer?

–Pienso que actualmente existe demasiada fragmentación. Existen módulos distintos para la memoria, para la cognición, para la emoción... Y creo que lo que necesitamos es integrarlos. En estos momentos estoy escribiendo un nuevo libro que de alguna manera intenta hacerlo y se titula El yo sináptico.

Gonzalo Casino







Esta entrevsita fue publicada en enero de 2000, en el número 224 de MUY Interesante.

¿Dormir bien nos hace ver las cosas de otro color?

Un reciente estudio estadounidense revela que, después de dormir una media de 7,7 horas, vemos los colores que nos rodean tal como son. Sin embargo, a medida que avanza el día y aumentan las horas de vigilia, nuestra percepción de los colores cambia, y percibimos el gris neutro como ligeramente verdoso o ligeramente rosado, en función de la persona y su estado de ánimo.




“Pasar horas despiertos nos hace clasificar progresivamente colores neutros como si tuvieran un tono de color, mientras que dormir nos devuelve a la neutralidad en las percepciones”, explica Bhavin Sheth, investigador de la Universidad de Houston en Texas, que ha presentado sus conclusiones en la conferencia SLEEP 2010, que celebra cada año la Asociación Americana de Medicina del Sueño.

La memoria y el misterioso número siete

Fuente http://www.muyinteresante.es/la-memoria-y-el-misterioso-numero-siete

Haz la siguiente prueba: pídele a un amigo que haga una lista de diez palabras o numeros. Léela una vez. Luego intenta recordar los elementos y decirlos en voz alta. La mayoría de la gente repite un máximo de siete elementos.




Todo tiene que ver con la memoria de trabajo, un tipo de memoria a corto plazo que funciona como una pizarra donde escribimos y borramos rápidamente la información antes de que pase a formar parte de la memoria más duradera o desaparezca rápidamente. Este mecanismo es esencial para mantener una conversación, recorrer una ciudad nueva o marcar un simple número de teléfono. Pero su espacio es reducido. Concretamente, está limitado al “mágico número siete”.



Pero, ¿por qué esa cifra? Mikhail Rabinovich, neurocientífico de la Universidad de California en San Diego, y Christian Bick, del Instituto alemán Max Planck, parecen tener la respuesta. En un artículo publicado en noviembre en la revista Physical Review Letters, los investigadores presentan un modelo matemático que explica cómo se activan las neuronas cuando registran una secuencia de números o palabras. Según su esquema, para cada ítem se activa un grupo de neuronas que inhibe al resto momentáneamente mientras se retiene información, y también mientras se recuerda. Cuando más larga es una frase o una cadena de cifras, más difícil resulta para las células excitadas mantener inactivas a las otras células nerviosas. En concreto, recordar siete elementos requiere 15 veces más “supresión neuronal” que recordar tres. Y para recordar diez necesitaríamos 50 veces más capacidad de inhibición. Repetir más de diez cifras o palabras usando nuestra memoria temporal resulta fisiológicamente imposible para casi todos excepto para los autistas, cuyo cerebro parece capaz de crear circuitos mucho más fuertes que el de un sujeto normal. “El cerebro es una compleja máquina bioquímica”, asegura Rabonovich.

¡Usted no decide - Su cerebro primitivo, si!

Fuente http://www.tuposicionamiento.com/Neuromarketing_-_La_ciencia_hace_marketing-id_noticias-5.html

No le ha parecido que toda acción de promoción o ventas que realice para que sus posibles compradores se enteren de lo bonito de su producto, no tiene el impacto esperado?


Ha probado con publicidad en medios gráficos, televisión, radio e inclusive internet, pero tampoco ha obtenido los resultados que esperaba o le contaron que iba a tener.

La ciencia ha investigado, donde radica las emociones humanas de forma práctica, dónde se originan, y también donde se localiza las necesidades mas básicas del ser humano en el cerebro.

Ha descubierto cosas interesantísimas:



Nuestro cerebro está compuesto por 3 cerebros:





•Primitivo (Reptílico)



•Medio (Donde se encuentran las emociones o límbico)



•Corteza (Donde razona, elabora, analiza o Neomamífero)





Funciona de la siguiente manera, ante un estímulo externo e inmediato, ingresa rápidamente por nuestros sentidos y lo detecta nuestro cerebro medio "el de los sentimientos y emociones" luego pasa al nuestra corteza cerebral o cerebro superior (el analítico) luego estas dos partes del cerebro, pasan su propia envían esta información "analizada" y "sentida" al cerebro primitivo quien estos datos de información, finalmente toma la decisión.







Ejemplo:



Piense: cuando va caminando por la calle y de reojo nota en segundos que algo va hacia su cabeza súbitamente, de repente tiende a agacharse para evitarla, pero al ver que era una sombra provocada por una rama de un árbol moviéndose, no llega a terminar la acción de agacharse.

Que ha pasado: el estímulo fue el movimiento de la sombra, que fue detectado por nuestros sentidos al micro segundo nos fuimos agachando lo primero tomó las riendas, por así decirlo su cerebro primitivo, que actuó y le hizo reaccionar pero luego pasado unos microsegundos, recibió la información procesada de la corteza cerebral, avisándole que era una sombra y no un objeto amenazante, y decide abortar el "agacharse" por completo.



Lo que quiero decir con ello que siempre, siempre decidimos sin darnos cuenta y luego nuestro cerebro lógico, analítico, lo justifica con una respuesta razonada a lo que decidimos hacer.



A partir de este entendimiento fisiológico del cerebro humano, podemos interactuar de manera mas directa comunicando nuestro servicio, y hablarle directamente al verdadero decisor del nuestro cliente potencial: Nuestro cerebro primitivo. Y nosotros aplicaremos esto al posicionamiento potenciándolo y haciendo neuroposicionamiento.